No es indiferente la forma en que las vías de un haz derivan del tronco común ni la que adquiere el haz en su desarrollo. En primer lugar debe atenderse a la obtención de un máximo aprovechamiento de la superficie disponible tanto en el número como en la longitud de las vías a instalar, teniendo en cuenta que en la mayoría de los casos dicha superficie se encuentra configurada por límites muy difíciles o imposibles de rebasar. Tanto en las vías de estaciones utilizadas para la recepción y apartado de los trenes como en las que constituyen los haces de vías, es interesante determinar la longitud de vía útil o libre, medida entre los piquetes o niveletas, con los que se materializa el punto a partir del cual el material estacionado sobre una vía no impide el libre paso en la inmediata. Los piquetes citados se clavan en el centro del ángulo del desvío; su distancia al cruzamiento depende del ángulo de éste y del galibo del material.
En segundo lugar la forma del haz viene también influenciada por el objeto a que se le destina; no son por ejemplo admisibles haces curvos de gran longitud cuando los agentes que sobre ellos trabajan han de relacionarse por medio de señales, que en tal caso y a pesar del empleo de entre vías anchas, serian ocultadas por el material que circula o se deposita en las vías del haz.
Finalmente, es interesante que el material que se maniobra sobre los haces efectúe, para el paso, de unas a otras vías, el menor recorrido posible reduciendo de éste modo a un mínimo el tiempo y el coste de las maniobras. Para completar el estudio del proyecto de una estación, y después de haber resuelto el problema de la posición reciproca de los haces de vías y de sus respectivos enlaces, precisa, por consiguiente, proceder al estudio de la disposición de los desvíos en los distintos haces.
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