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miércoles, 29 de agosto de 2012

Kenia mantiene con vida al mítico “Tren Lunático”

Desde hace más de un siglo, el pitido del legendario “Tren Lunático” retumba en Nairobi y evoca la gloria ya marchita de una locomotora que usaron famosos ávidos de aventuras como Theodore Roosevelt, Winston Churchill o Ernest Hemingway.

En la centenaria estación de ferrocarril de la capital keniana, la mayoría de los destinos se cayeron de sus anacrónicos paneles informativos, pero aún se lee en sus rótulos el nombre de la exótica ciudad costera de Mombasa.

Para ir a Mombasa, un bullicio revoluciona la estación tres días a la semana: es el ajetreo de los pasajeros que acceden a los vagones del histórico “Tren Lunático”. Fueron los británicos quienes, tras el reparto de África acordado por las potencias europeas en la Conferencia de Berlín (1884-1885), decidieron afianzar su dominio en el Protectorado de África Oriental con la construcción de una línea de ferrocarril que uniera el océano Índico, en Mombasa, con el lago Victoria, la fuente del Nilo, y Uganda.

No pocos debates enconados provocó el costo del proyecto en el londinense Parlamento de Westminster, donde el diputado radical Henry Labouchere condenó la idea de esa “línea lunática”, adjetivo que derivó en los términos “Lunático Exprés” o “Tren Lunático”. Finalmente, “la construcción de la línea empezó en mayo de 1896 y acabó en Kisumu, a orillas del lago Victoria, en diciembre de 1910, aunque no era Kisumu su destino final, sino Uganda”, dice el director del Museo del Ferrocarril de Nairobi, Maurice Barasa, quien destaca que todavía se mantiene el sabor de la aventura en cada viaje a través de Kenia.

La aventura, hoy

Hoy, por los angostos pasillos de las vagones, ya no deambulan colonos, soldados o misioneros, sino turistas mochila al hombro atraídos por el romanticismo y la aventura de la Kenia colonial.

“Tomo este tren por tercera vez”, se ufana un suizo enamorado de África que sorbe un café, tras dormir en el tren nocturno Nairobi-Mombasa, y al que no cansan las 15 horas del periplo.

En esa ruta, el momento más excitante llega cuando el “Lunático Exprés” atraviesa el Parque Nacional de Tsavo y los pasajeros afinan las pupilas para observar -en palabras de Churchill- “llanuras repletas de animales salvajes”. Algunos viajeros no pueden contener la emoción: “¡Vi una cebra y varios antílopes!”, exclama la estudiante keniana Medy Migambo.

El Parque de Tsavo, además, evoca la historia de los temibles “leones devoradores de hombres de Tsavo”, que despedazaron a 132 trabajadores durante la construcción del ferrocarril, entre ellos el superintendente Charles Ryall. “Guardamos en el museo los colmillos del león que mató a Ryall” y el vagón donde ocurrió la tragedia, revela Maurice Barasa, sin poder contener la emoción por la historia que vive en la sabana keniana.

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