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lunes, 18 de junio de 2012

Un negocio sobre rieles que carcome el patrimonio estatal

Los rieles de la vía ferroviaria de la zona occidental del país (La Paz, Oruro, Potosí y Cochabamba) desaparecen sorpresiva y progresivamente. Basta que llegue la noche para que los ladrones utilicen sus sierras mecánicas, trocen los fierros de acero y, posteriormente, los suban a sus vehículos para trasladarlos a sus depósitos, desde donde parten a ferias callejeras o, según denuncias, al exterior, sobre todo Perú, país del cual retornarían convertidos en material de construcción.

Informe La Razón presenta una investigación sobre el tráfico de estos carriles que están protegidos por la Constitución Política, o sea, son patrimonio de los bolivianos, pero son sustraídos por antisociales. Incluso este material sirve para la fabricación de arados agrícolas en talleres de metal mecánica, vías férreas al interior de socavones mineros o para la elaboración artesanal de herramientas en pequeñas fundidoras de la ciudad de El Alto. Y las pérdidas para el Estado no son pequeñas: un informe de la concesionaria de la red occidental revela que tan sólo en el tramo que enlaza Oruro y Cochabamba se extraviaron 224 toneladas de rieles, cotizadas en poco más de 180 mil dólares.

El boom de la construcción y el buen precio de los metales son explicaciones para esta actividad, que va acompañada del saqueo de monumentos, sumideros y hasta cables de cobre de La Paz y El Alto. No hay culpables tras las rejas. Pero sobre los carriles, un proyecto de decreto supremo espera la revisión del Ejecutivo para castigar con cárcel este delito. Una medida necesaria, más aún porque para este año se anuncia la reapertura de la vía ferroviaria que unirá a La Paz y la ciudad chilena de Arica. Además, un concejal alteño anuncia una norma para fiscalizar a las fundidoras y chatarreros que operan en su urbe.

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