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martes, 18 de junio de 2013

Sólo un buscarril circula por la centenaria vía férrea a Charaña

Desde hace ocho años sólo un buscarril recorre por la vía centenaria que une las poblaciones de Viacha y Charaña, en una longitud de 235 kilómetros. Antes de la mal llamada capitalización y la administración de la Empresa Ferrocarril Andino, por ese trayecto se transportaba minerales hasta los puertos chilenos (Arica e Iquique) y de regreso toda la importación de ultramar. Hoy sólo un bus transformado en una especie de ferrobús lleva una treintena de pasajeros, dos veces por semana.

Desde 1997 no se trasladan pasajeros ni carga por tren hasta Arica, como se hacía desde 1913 cuando fue inaugurada la vía férrea. En la estación de Viacha, a 3.876 msnm, hace un frío intenso del cual ni las gruesas paredes de piedra (construidas con estilo inglés), laqueadas y pintadas, pueden proteger.

Jueves 6 de junio, 8:00, una comitiva de periodistas llega a la Estación Viacha. El maquinista y su ayudante empiezan a vender boletos a los pasajeros. El tramo completo, que atraviesa diez estaciones desde Viacha hasta Charaña, cuesta 30 bolivianos. Si uno quiere ir sólo hasta una estación o parada debe pagar tres bolivianos.

El buscarril N° 203 únicamente viaja a Charaña, los martes y jueves, y regresa los miércoles y viernes. El resto de los días recibe mantenimiento. Se parece a los micros que circulan por el centro paceño. Por fuera está pintado de azul y amarillo, dentro hay 33 asientos bien cuidados.

La mayoría de la gente sube cargada de bultos, lo que no se permite es trasladar material inflamable. Alcohol en grandes cantidades, gasolina, diésel y garrafas (GLP) están prohibidos para evitar el contrabando hacia países vecinos. El control es estricto, maquinista y ayudante se dan a la tarea de revisar estos productos.

El buscarril, que alcanza una velocidad de hasta 60 kilómetros por hora, se pone en marcha. Mientras rodea y sale de la ciudad de Viacha, se observa basura por doquier, la ferrovía es un surco entre el montón de desechos. Los durmientes (tablas de madera unidas a los carriles) se pierden bajo la tierra, el pasto y la crecida hierba.

Los pasajeros van bien abrigados, casi todos son ancianos que prefieren esta forma de viaje al bus convencional por la carretera, porque pasa más cerca de sus hogares o estaciones. Es más cómodo y no se pinchan las llantas.

Quedó atrás la basura y después de tres horas de viaje el paisaje empieza a mejorar. En la extensa pampa y en el horizonte del altiplano se respira aire limpio.

Todas las estaciones por las que atraviesa el buscarril, excepto las de Viacha y Charaña, fueron abandonadas: Coniri, Comanche, Ballivián, Pando, Calacoto, Camacho, Campero, Pérez y Abaroa. Tienen las ventanas rotas, la pintura descascarada y el adobe descubierto. Sin embargo, la gente continúa bajando y subiendo allí porque sus comunidades originarias quedan a pocos kilómetros de esas poblaciones o estaciones.

Después de atravesar las estaciones de Coniri, Comanche, Ballivián y Pando, el maquinista pisa el freno y los pasajeros desciende en Calacoto. Es mediodía y momento de servirse el almuerzo en una pensión cercana.

Se tarda media hora para llenar el estómago y la gente vuelve a arrimarse al vehículo. A poco tiempo de partir, los rieles se extienden sobre un puente de unos 300 metros de longitud y cinco de alto. Por debajo pasan las aguas cristalinas del río Desaguadero.

No muy lejos de los rieles, aparecen los chullpares, construcciones precolombinas de unos tres metros de alto que en su tiempo hacían de tumbas. Son de pura piedra y tienen una abertura en uno de sus cuatro muros. La gente suele utilizarlos como refugios ante el intenso sol altiplánico mientras espera que pase el bus carril.

Continúan las estaciones y poblaciones cercanas: Camacho, Campero, Pérez y Abaroa. A punto de llegar a esta última el vehículo da un salto brusco sobre los rieles y se detiene. Chocó con una piedra y se quebró uno de sus muelles.

El conductor protesta por el mantenimiento de la vía y uno de los pasajeros sube a una elevación del terreno para hacer una llamada por celular.

Al poco rato llega una camioneta que traslada a las personas hasta Charaña, población fronteriza con Chile, donde arriban a eso de las 15:00, siete horas después de salir de Viacha. El buscarril, por otra parte, permanece parado a la espera de un mecánico.

La comitiva de periodistas parte hacia Visviri, población chilena ubicada en el límite de su territorio. Los rieles atraviesan la frontera. Pero el buscarril N° 203 sólo llegará hasta Charaña, ahí terminará su jornada para emprender el retorno. Ese día era fiesta, entrada folklórica de la Festividad del Sagrado Corazón de Jesús. Viernes 7, también a las 8:00, el bus carril vuelve a Viacha con la comitiva de periodistas.

Algunos detalles de la vía férrea
Ferrocaril El ferrocarril La Paz-Arica fue estrenado el 13 de mayo de 1913, nueve años después de la firma del tratado de paz y amistad. Entonces, la vía fue inaugurada por los presidente Ismael Montes (Bolivia) y Ramón Barros (Chile).


Trayecto La vía férrea entre La Paz y Arica tiene una longitud de 440 kilómetros, de los cuales 235 están en la parte boliviana y 205 entre Visviri y Arica. Por esa ruta el bus carril demora siete horas y se tarda lo mismo desde Charaña hasta Arica.

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